Ambos son estrellas mundiales: el artista estadounidense Frank Stella, que utiliza la pintura como medio para penetrar en el espacio desde los años 60, y el arquitecto, ingeniero y constructor español Santiago Calatrava, que ha creado estructuras espaciales muy poéticas con puentes de filigrana y arcos. estructuras. Por primera vez, ambos artistas han creado una obra conjunta que se presentará en primicia mundial en la Neue Nationalgalerie: “La cortina de Michael Kohlhaas”.
En el centro se encuentra una pintura monumental poderosa y luminosa de Frank Stella de 2008, que el artista pintó como una composición suelta sobre un lienzo tosco. Stella, que desde sus estudios ha estado estrechamente vinculado a la cultura alemana, crea motivos basados en Heinrich von Kleist y su historia tan ricamente narrada de "Michael Kohlhaas". Santiago Calatrava, por su parte, diseñó una delicada arquitectura para el mural originalmente de 30 metros de largo, un toro que convierte la imagen en un panorama en forma de anillo. Suspendida a gran altura sobre los visitantes en el centro de la sala de cristal, esta instalación se convierte en una experiencia espacial compleja. Colores plásticos brillantes, patrones dinámicos y estructuras rompen la rígida austeridad de Mies van der Rohe. Arte, literatura y arquitectura se combinan para crear una instalación energéticamente radiante.
Frank Stella, nacido en Boston en 1936, estudió arte e historia en la Universidad Phillips (Andover) y en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) en los años cincuenta. Debutó en los años 60 con cuadros en negro, las “Pinturas Negras”. Rayas monocromáticas de color negro corrían paralelas al borde del lienzo, entre las cuales el lienzo permanecía visible en áreas estrechas y sin pintar. Su objetivo era presentar una pintura menos como una imagen y más como un objeto real tridimensional. Este aspecto de la pintura lo destacó aún más en sus llamados "lienzos moldeados", en los que varió la forma rectangular habitual del lienzo y utilizó formatos individuales que seguían la estructura geométrica del cuadro. Con “Sanbornville I” (1966), la Galería Nacional posee una obra importante de este período.
Lo que ya resulta evidente aquí es el desarrollo espacial que experimentaron sus pinturas en los años setenta. Stella pasó a diseñar superficies como relieves y a proporcionarles extensiones cuasi arquitectónicas. En la década de 1980 abandonó cada vez más la superficie de pintura plana. Trabajó desde la superficie hacia la superficie: con elementos excéntricos y de colores estridentes, así como con incisiones en el soporte del cuadro, desarrolló un lenguaje formal casi escultórico. Finalmente, en la década de 1990, del estudio de Stella salieron cada vez más esculturas de gran tamaño: grandes objetos metálicos de colores brillantes que, con sus formas dinámicas, se acercaban al género de la ciencia ficción.